martes, 28 de diciembre de 2010

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Todos nosotros compartimos este mundo sólo por un breve periodo. El asunto es si vamos a pasar este tiempo centrados en lo que nos separa o si nos comprometeremos a realizar un esfuerzo –un esfuerzo sostenido– con el fin de encontrar terreno común, de concentrarnos en el futuro que queremos para nuestros hijos y de respetar la dignidad de todos los seres humanos.

Es más fácil comenzar guerras que llevarlas a su fin. Es más fácil culpar a otros que mirar hacia adentro, ver las diferencias en los demás que las semejanzas. Pero debemos escoger el camino correcto, no el camino fácil. También hay una regla central en toda religión: Tratar a los demás como uno quisiera ser tratado. Esta verdad trasciende naciones y pueblos, y no es una convicción nueva; no es negra ni blanca ni morena; no es cristiana ni musulmana ni judía. Es una creencia que latía en los orígenes de la civilización y que aún late en el corazón de miles de millones. Es la fe en los demás, y es lo que me trajo hoy aquí.

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