martes, 29 de marzo de 2011

¡¡¡¡ME VOY DE RUTA!!!!

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OFFLINE HASTA EL DOMINGO, os quedo este texto de la pélicula"Rocky" dirigido hacia su hijo, que me encanta:

No te lo vas a creer, pero cabias en la palma de mi mano. Te levantaba y le decía a tu madre, este va a ser el mejor chico del mundo. Este chico va a ser mejor de lo que nadie se imagina. y fuiste creciendo cada vez mas estupendo. Era fantástico poder observarte, un privilegio.

Y cuando te llego el momento de hacerte un hombre y afrontar el mundo, lo hiciste, pero en algún momento del trayecto cambiaste. Dejaste de ser tú. Permiteste que te señalaran y que te dijeran que no sirves. Y cuando empeoró todo, buscaste a quien echarle la culpa, a una somba alargada.

Voy a decirte algo que tú ya sabes. El mundo no es todo alegria y color, es un lugar terrible. Y por muy duro que seas, es capaz de arrodillarte a golpes y tenerte sometido permanentemente si no se lo impides.

Ni tú, ni yo, ni nadie, golpea más fuerte que la vida. Pero no importa lo fuertes que golpeas, si no lo fuerte que pueden golpearte. Y lo aguantas mientras avanzas, hay que soportar sin dejar de avanzar. Así es como se gana.

Si tú sabes lo que vales, ve y consigue lo que mereces, pero tendrás que soportar los golpes. Y no puedes estar diciendo que no estas donde querías llegar por culpa de él, de ella. Eso lo hacen los cobardes, y tú no lo eres. Tú eres capaz de todo.

Yo te creeré en cualquier situación, pase lo que pase. Pero hasta que no empieces a creer en ti mismo no tendrás tu vida propia.

Porque si alguien está dispuesto a arriesgarse y luchar por lo que quiere conseguir, ¿quién tiene derecho a impedírselo?

martes, 22 de marzo de 2011

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-¿Qué es lo que hace que una persona se deteste a sí misma?

-Quizás la cobardía. O el eterno miedo de equivocarse, de no hacer lo que los otros esperan. Hace algunos minutos yo estaba alegre, había olvidado mi sentencia de muerte; cuando volví a entender la situación en que me encuentro, me asusté".


"Paulo Coelho"
Te hecho mucho de menos pecadora.

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lunes, 21 de marzo de 2011

La Felicidad de los estudiantes

“Soy feliz” ayer escuche esta frase, y es que en pleno siglo XXI la felicidad esta mas al alcance de todos, y comprendo que cuanto mas tenemos mas deseamos, pero en la vida de los “estudiantes” (y pongo estudiantes entre comillas porque hay personas que aunque acudan a un centro educativo no deberían considerarse como tales) por ejemplo llegar al instituto después de un paseo helador y encontrarse un radiador calentito puede ser uno de estos motivos que te sube la autoestima y aumenta tu felicidad

Hoy he llegado al instituto después de un paseo helador y me he encontrado con un pasillo aún mas frio, ¿Y la calefacción? ¿Y el grupo de personas que se sienta alrededor del radiador mientras repasa antes del examen?

Se juntan las pocas ganas de dar clase, con encima tener que darla en un camión de congelados . Se nos congelan las ideas...

Lo peor es que el día que nos pongan la calefacción estaremos de enhorabuena y encontraremos la felicidad en un pequeño radiador mal pintado, al que a finales de abril acabaremos odiando por seguir en funcionamiento.

Publicado en el periodico escolar "La Grajuela". by:me

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"Algunas veces me pregunté si en países como el mío, con escasos lectores y tantos pobres, analfabetos e injusticias, donde la cultura era privilegio de tan pocos, escribir no era un lujo solipsista. Pero estas dudas nunca asfixiaron mi vocación y seguí siempre escribiendo, incluso en aquellos períodos en que los trabajos alimenticios absorbían casi todo mi tiempo. Creo que hice lo justo, pues, si para que la literatura florezca en una sociedad fuera requisito alcanzar primero la alta cultura, la libertad, la prosperidad y la justicia, ella no hubiera existido nunca. Por el contrario, gracias a la literatura, a las conciencias que formó, a los deseos y anhelos que inspiró, al desencanto de lo real con que volvemos del viaje a una bella fantasía, la civilización es ahora menos cruel que cuando los contadores de cuentos comenzaron a humanizar la vida con sus fábulas. Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola"


Mario Vargas Llosa

sábado, 19 de marzo de 2011

Creo que todos tenemos una caja negra. Podríamos decir que es una especie de testamento pasado con consecuencias próximas a la realidad y si. Solo lo apreciamos en cada explosión. Está formado por todas y cada una de las cosas que queremos olvidar. Por las que existen pero no para nosotros. Porque no están a nuestro alcance. Aunque lo peor y sin duda el mayor requisito para pertenecer a ella es que sea algo que hayas querido, querido de verdad. Con toda tu alma y que ya por algún extraño motivo lo hayas perdido para siempre. Es probable que la compongan todas las partes de la ciudad que son trozos nostálgicos de tu vida con alguien. Aquel banco en el que esperaste que fuera a buscarte. El color que tenía la acera por la que paseabais. La forma de aquel trocito de tierra junto al mar de tu primer te quiero. El restaurante italiano al que solía llevarte. El lugar donde lo conociste. La parte de tu cuerpo que más le apasionaba. El color de uñas rosa con el que siempre se reía.

martes, 15 de marzo de 2011

SEAMOS REALISTAS, BUSQUEMOS LO IMPOSIBLE
No sé porqué siempre estamos posponiéndolo todo, pero si tuviera que adivinarlo diría que tiene mucho que ver con el miedo; el miedo al fracaso, el miedo al dolor, el miedo al rechazo.
A veces es miedo a tomar una decisión porque... ¿Y si te equivocas y cometes un error sin solución?
Sea lo que sea lo que nos da miedo, una cosa es cierta: Cuando el dolor de no hacer algo es más insoportable que el miedo a hacerlo, es como si cargáramos con una pesada carga. Quien duda está perdido.

miércoles, 9 de marzo de 2011

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Voy a contarte un caso dramático. Ya conoces a las termitas, esas hormigas blancas que en África levantan impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la piedra. Dado que el cuerpo de las termitas es blando, por carecer de la coraza quitinosa que protege a otros insectos, el hormiguero les sirve de caparazón colectivo contra ciertas hormigas enemigas, mejor armadas que ellas. Pero a veces uno de esos hormigueros se derrumba, por culpa de una riada o de un elefante (a los elefantes les gusta rascarse los flancos contra los termiteros, qué le vamos a hacer). En seguida, las termitas-obrero se ponen a trabajar para reconstruir su dañada fortaleza, a toda prisa. Y las grandes hormigas enemigas se lanzan al asalto. Las termitas-soldado salen a defender a su tribu e intentan detener a las enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento pueden competir con ellas, se cuelgan de las asaltantes intentando frenar todo lo posible su marcha, mientras las feroces mandíbulas de sus asaltantes las van despedazando. Las obreras trabajan con toda celeridad y se ocupan de cerrar otra vez el termitero derruido... pero lo cierran dejando fuera a las pobres y heroicas termitas-soldado, que sacrifican sus vidas por la seguridad de las demás. ¿No merecen acaso una medalla, por lo menos? ¿No es justo decir que son
valientes?
Cambio de escenario, pero no de tema. En la Ilíada, Homero cuenta la historia de Héctor, el mejor guerrero de Troya, que espera a pie firme fuera de las murallas de su ciudad a Aquiles, el enfurecido campeón de los aqueos, aun sabiendo que éste es más fuerte que él y que probablemente va a matarle. Lo hace por cumplir su deber, que consiste en defender a su familia y a sus conciudadanos del terrible asaltante. Nadie duda de que Héctor es un héroe, un auténtico valiente. Pero ¿es Héctor heroico y valiente del mismo modo que las termitas-soldado, cuya gesta millones de veces repetida ningún Homero se ha molestado en contar? ¿No hace Héctor, a fin de cuentas, lo mismo que cualquiera de las termitas anónimas? ¿Por qué nos parece su valor más auténtico y más difícil que el de los insectos? ¿Cuál es la diferencia entre un caso y otro?
Sencillamente, la diferencia estriba en que las termitas-soldado luchan y mueren porque tienen que hacerlo, sin poderlo remediar . Héctor, en cambio, sale a enfrentarse con Aquiles porque quiere. Las termitas-soldado no pueden desertar, ni rebelarse, ni remolonear para que otras vayan en su lugar: están programadas necesariamente por la naturaleza para cumplir su heroica misión. El caso de Héctor es distinto. Podría decir que está enfermo o que no le da la gana enfrentarse a alguien más fuerte que él. Quizá sus conciudadanos le llamasen cobarde y le tuviesen por un caradura o quizá le preguntasen qué otro plan se le ocurre para frenar a Aquiles, pero es indudable que tiene la posibilidad de negarse a ser héroe. Por mucha presión que los
demás ejerzan sobre él, siempre podría escaparse de lo que se supone que debe hacer: no está programado para ser héroe, ningún hombre lo está. De ahí que tenga mérito su gesto y que Homero cuente su historia con épica emoción. A diferencia de las termitas, decimos que Héctor es libre y por eso admiramos su valor. Y así llegamos a la palabra fundamental de todo este embrollo: libertad. Los animales (y no digamos ya los minerales o las plantas) no tienen más remedio que ser tal como son y hacer lo que están programados naturalmente para hacer. No se les puede reprochar que lo hagan ni aplaudirles por ello porque no saben comportarse de otro modo. Tal disposición obligatoria les ahorra sin duda muchos quebraderos de cabeza. En cierta medida, desde luego, los hombres también estamos programados por la naturaleza. Estamos hechos para beber agua, no lejía, y a pesar de todas nuestras precauciones debemos morir antes o después. Y de modo menos imperioso pero parecido, nuestro programa cultural es
determinante: nuestro pensamiento viene condicionado por el lenguaje que le da forma (un lenguaje que se nos impone desde fuera y que no hemos inventado para nuestro uso personal) y somos educados en ciertas tradiciones, hábitos, formas de comportamiento, leyendas ... ; en una palabra, que se nos inculcan desde la cunita unas fidelidades y no otras. Todo ello pesa mucho y hace que seamos bastante previsibles. Por ejemplo, Héctor, ese del que acabamos de hablar. Su programación natural hacia que Héctor sintiese necesidad de protección, cobijo y colaboración, beneficios que mejor o peor encontraba en su ciudad de Troya. También era muy natural que considerara con afecto a su mujer Andrómaca -que le proporcionaba compañía placentera- y a su
hijito, por el que sentía lazos de apego biológico-Culturalmente, se sentía parte de Troya Y compartía con los troyanos la lengua, las costumbres y las tradiciones. Además, desde pequeño le habían educado para que fuese un buen guerrero al servicio de su ciudad y se le dijo que la cobardía era algo aborrecible, indigno de un hombre. Si traicionaba a los suyos, Héctor sabía que se vería despreciado y que le castigarían de uno u otro modo. De modo que también estaba bastante programado para actuar como lo hizo, ¿no? Y sin embargo... Sin embargo, Héctor hubiese podido decir: ¡a la porra con todo! Podría haberse disfrazado de mujer para escapar por la noche de Troya, o haberse fingido enfermo o loco para no combatir, o haberse arrodillado ante Aquiles ofreciéndole sus servicios como guía para invadir Troya por su lado más débil; también podría haberse dedicado a la bebida o haber inventado una nueva religión que dijese que no hay que luchar contra los enemigos sino poner la otra mejilla cuando nos abofetean. Me dirás que todos estos comportamientos hubiesen sido bastante raros, dado quien era Héctor y la educación que había recibido. Pero tienes que reconocer que no son hipótesis imposibles, mientras que un castor que fabrique panales o una termita desertora no son algo raro sino estrictamente imposible. Con los hombres nunca puede uno estar seguro del todo, mientras que con los animales o con otros seres naturales sí por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres siempre podernos optar finalmente por algo que no esté en el programa (al menos, que no esté del todo). Podemos decir «sí» o «no», quiero o no quiero. Por muy achuchados que nos veamos por las circunstancias, nunca tenemos un solo camino a seguir sino varios.

FERNANDO SAVATER