sábado, 19 de marzo de 2011

Creo que todos tenemos una caja negra. Podríamos decir que es una especie de testamento pasado con consecuencias próximas a la realidad y si. Solo lo apreciamos en cada explosión. Está formado por todas y cada una de las cosas que queremos olvidar. Por las que existen pero no para nosotros. Porque no están a nuestro alcance. Aunque lo peor y sin duda el mayor requisito para pertenecer a ella es que sea algo que hayas querido, querido de verdad. Con toda tu alma y que ya por algún extraño motivo lo hayas perdido para siempre. Es probable que la compongan todas las partes de la ciudad que son trozos nostálgicos de tu vida con alguien. Aquel banco en el que esperaste que fuera a buscarte. El color que tenía la acera por la que paseabais. La forma de aquel trocito de tierra junto al mar de tu primer te quiero. El restaurante italiano al que solía llevarte. El lugar donde lo conociste. La parte de tu cuerpo que más le apasionaba. El color de uñas rosa con el que siempre se reía.

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